No la conocía, ni logro saber nada de ella, ni siquiera su nombre, buscando por los periódicos de internet. Solo su edad, 34 años, y que era residente de cuarto año en Moratalla, Murcia. La imagino estudiando el bachillerato y tratando de sacar buena nota para entrar en la facultad. La imagino tomando apuntes imposibles en las clases de anatomía, o emocionándose con una sonrisa nerviosa la primera vez que se puso una bata blanca en aquella primera práctica en el hospital. Imagino la alegría de sus padres cuando terminó la carrera, las noches en blanco cuando preparaba el MIR, la emoción de conseguir al fin hacer una especialidad que quizá eligió por vocación, porque le gustaba la cercanía de la gente y de pequeña admiraba al médico de su pueblo que a veces se dejaba acompañar a visitar a algún enfermo. La imagino cogiendo el coche, ya de R4, para ir al centro de salud a casi 100 kilómetros de donde vivía, los líos para acoplar a su hija de dos años los días que tenía guardia, la perplejidad amarga de sus primeras interacciones con pacientes difíciles.
Ayer la mató un taxista jubilado que tampoco sé como se llama. También es confuso lo que ocurrió, la noticia no está muy desarrollada en ningún periódico. Se piden medidas de seguridad, vigilantes, cámaras, en los centros de salud, pero me temo que la cuestión es más compleja. Es fácil que se frustren expectativas en un ambiente de ansiedad, de tensión, cuando no se dan las condiciones para trabajar con sosiego, cuando están ocurriendo cambios culturales tan rápidos, cuando nos echan tanto encima, cuando hay tantas contradicciones, tantas paradojas.
Pero hoy lo importante es que ha muerto una chica, una compañera que ya no verá crecer a su hija ni disfrutar la primavera que ya adivinaba. Y me gustaría saber al menos su nombre porque ha muerto una mujer que era médico por ser médico, mientras trabajaba. Y tenía un nombre y una vida. Y nos han herido a todos. Y no deberíamos olvidarla.
Ayer la mató un taxista jubilado que tampoco sé como se llama. También es confuso lo que ocurrió, la noticia no está muy desarrollada en ningún periódico. Se piden medidas de seguridad, vigilantes, cámaras, en los centros de salud, pero me temo que la cuestión es más compleja. Es fácil que se frustren expectativas en un ambiente de ansiedad, de tensión, cuando no se dan las condiciones para trabajar con sosiego, cuando están ocurriendo cambios culturales tan rápidos, cuando nos echan tanto encima, cuando hay tantas contradicciones, tantas paradojas.
Pero hoy lo importante es que ha muerto una chica, una compañera que ya no verá crecer a su hija ni disfrutar la primavera que ya adivinaba. Y me gustaría saber al menos su nombre porque ha muerto una mujer que era médico por ser médico, mientras trabajaba. Y tenía un nombre y una vida. Y nos han herido a todos. Y no deberíamos olvidarla.
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