Aunque el erotismo parece estar de moda y la palabra erótico invade nuestra cultura en los últimos decenios, su significado puede no estar tan claro o tener significados equívocos. Todo el mundo parece entender lo que significa que una situación sea erótica o que una persona suscite erotismo pero no todas lo pueden explicar coherentemente.
La REA define erotismo. (Del gr. ἔρως, ἔρωτος, amor, e -ismo) como “amor sensual”. La segunda acepción sería el “carácter de lo que excita el amor sensual” y la tercera la “exaltación del amor físico en el arte”. Sensual (Del lat. sensuālis). a su vez tiene tres acepciones: 1. Perteneciente o relativo a las sensaciones de los sentidos; 2. Se dice de los gustos y deleites de los sentidos, de las cosas que los incitan o satisfacen y de las personas aficionadas a ellos. 3. Perteneciente o relativo al deseo sexual. El erotismo por tanto se liga al disfrute de los sentidos, al placer, a la sexualidad. A la vez parece que a un deseo sexual no necesariamente vinculado a la exclusividad afectiva.
En El Banquete Platón[i] para explicar el misterio de la atracción universal que sienten los seres humanos expone hasta seis teorías, aunque las más conocidas son dos.
· Una la pone en boca de Aristófanes y es conocida como el mito del andrógino. En un principio había tres sexos: el masculino, el femenino y el andrógino, compuesto por seres dobles: dos hombres unidos, dos mujeres unidas, un hombre y una mujer unidos. Estos últimos eran fuertes, inteligentes y amenazaban a los dioses por lo que Zeus decidió dividirlos para someterlos. Desde entonces las mitades separadas andan en busca de su mitad complementaria, de su “media naranja”, lo que explica todas las formas de atracción humanas.
· Otra en boca de Sócrates que relata una conversación que tuvo con Diotima de Mantinea, una sabia sacerdotisa. Parte de lo que ya ha demostrado previamente en el texto: como solo puede desearse lo que no se posee, para explicar el impulso del deseo recurre a Eros que no es un dios ni un mortal: es un daimon, un espíritu, entre los dioses y los mortales, que ejerce la función de comunicarlos. Engendrado en el festín del nacimiento de Venus es hijo de Poro (la abundancia) y de Penia (la pobreza) y eso explica su naturaleza de intermediario: comunica la luz con la sombra, el mundo sensible con las ideas. Como hijo de Penia es pobre, seco, miserable, inseparable compañero de la carencia. Como hijo de Poro está al acecho de lo bello y lo bueno, es valeroso, resuelto, diligente, temible cazador, poseedor de innumerables recursos, eterno aspirante a la sabiduría. No es mortal ni inmortal y en un mismo día tan pronto florece y vive como muere para revivir de nuevo. Nunca carece de recursos, ni nunca es rico y queda a medio camino entre la sabiduría y la ignorancia. Eros produce en los hombres deseo hacia lo que no tienen y les hará felices: belleza, bondad, conocimiento, inmortalidad. Seguir la línea de ese deseo correctamente supone ir ascendiendo en una escala de conocimiento. Se comienza deseando la belleza de un cuerpo y engendrar en él bellos discursos pero debe comprenderse que si lo que se persigue es la belleza de la forma hay que desear todos los cuerpos bellos; después hay que darse cuenta que la belleza de las almas es mayor que la de los cuerpos y hay que desear la belleza que hay en las normas de conducta y en las leyes, en las ciencias; por fin hay que desear la propia idea de belleza en sí, inmortal, la que da realmente valor a la vida de un hombre. La atracción sensual hacia los cuerpos y la procreación (una forma de acercarse a la inmortalidad) se considera solo una fase en el ascenso hacia la belleza en sí, pero quizá el escalón donde se quedan la mayoría de los mortales que no pueden ser correctamente iniciados y tener acceso a la sabiduría. Un deseo que viene de fuera, que procede de un daimon y al que es difícil resistirse.
Camilo José Cela[ii] que fue de los pocos autores que escribió en España directamente sobre este tema llama erotismo “al apetito sexual contemplado en sí mismo o en función de los signos, zonas erógenas, situaciones y objetos capaz de fijar la atención o despertarlo de su sueño. El erotismo es la exaltación –y aún la sublimación- del instinto sexual, no siempre ni necesariamente ligada a la función tenida por sexual en el habitual uso de las ideas o palabras”. Cela afirma que “llega a convertirse en el soporte –consciente, inconsciente y aún rechazado- de toda actividad”.
Francesco Alberoni[iii] especula sobre las diferencias entre erotismo masculino y femenino en nuestra sociedad. Para él el erotismo femenino es más continuo, más ligado al afecto y a la necesidad de ser deseada, de gustar, de manera continuada, duradera. Es un erotismo más sensual, más táctil con fantasías ligadas a la literatura rosa. El erotismo masculino sería más discontinuo, más ligado a lo puramente sexual y a la posibilidad de variación, de tal forma que teme el compromiso y su mayor fantasía es una mujer bella que no “le de problemas”, que no reproche, que esté siempre disponible pero que no pida nada a cambio. La fantasía que representa Marilyn Monroe. Este erotismo sería más visual y más ligado a las representaciones de la pornografía. Esta diferencia crearía una tensión que no acaba de resolverse en nuestra cultura y que es motivo de desencuentros continuos.
David M. Buss[iv] y otros psicólogos evolutivos plantean que las diferencias en el deseo entre los sexos tiene importantes raíces evolutivas porque las estrategias de relación son soluciones adaptativas a los problemas de emparejamiento y algunas son más frecuentes que otras porque han supuesto soluciones exitosas a lo largo de la evolución humana. Así, en la mayoría de las sociedades las mujeres suelen ser más selectivas sexualmente y generalmente rechazan encuentros anónimos y prefieren cierto grado de compromiso. Esto podría deberse a que realizan mayor inversión por acto sexual (pueden quedarse embarazadas y tendrían que cuidar al hijo durante un largo periodo) lo que las llevaría a intentar elegir parejas que les aportaran recursos a largo plazo para una mejor situación de crianza, algo determinante a lo largo de miles de años. Por el contrario los varones realizan una mínima inversión por acto sexual y prefieren la variación sexual para trasmitir sus genes con mayor eficacia, por eso buscarían sobre todo mujeres con belleza, con signos de salud y fertilidad. Desde esta perspectiva los celos serían una estrategia exitosa para conservar una pareja, en determinados contextos culturales, ya que la infidelidad comprometería los recursos para las mujeres y la paternidad para los varones que tendrían que dedicar tiempo, energía y esfuerzo para criar hijos que podrían no ser suyos. [v] Sin embargo otras estrategias están abiertas en el ser humano y dependen fundamentalmente de los contextos sociales. Por ejemplo las mujeres pueden buscar a veces el sexo ocasional y también les afecta el aumento del deseo sexual con la variación. En estos casos también parecen ser importantes los recursos de la pareja y cobra mayor importancia el aspecto físico del varón.
[i] Platón. El banquete. Traducción de Luis Gil. Ediciones Orbis S.A. 1983
[ii] Cela, Camilo José. Enciclopedia del erotismo. Grupo libro 88. 1994
[iii] Alberoni, Francesco. El erotismo. Gedisa, 2006
[iv] Buss, David M.La evolución del deseo. Alianza editorial, 1996
[v] En http://homepage.psy.utexas.edu/Homepage/Group/BussLAB/publications.htm pueden encontrarse estudios originales sobre este tema.
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