martes, 6 de julio de 2010

Los viajes y las flores


Escribo en la piscina, fumándome una pipa frente al mismo mar de todos los veranos, entre niños que chapotean, que van y vienen, que aparecen y desaparecen, que cambian de edad y diluyen el tiempo hasta hacerlo verde como la infancia, como un sabor rojo tras los párpados que ocultan el sol de la tarde de Julio. Desde aquí viajo al Buenos Aires de Borges y Bioy Casares http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=842807, a la batalla de Stalingrado o de Inglaterra, a los momentos cumbre que Abraham Maslow http://es.wikipedia.org/wiki/Abraham_Maslow creía acariciar en los idílicos sesenta cuando el mundo parecía modificable o al menos creíamos posible cambiarnos a nosotros mismos. Mientras, por Spotify http://www.spotify.com/es/new-user/, escucho a Brel, a Yves Montand, a Gaisbourg, a Juliette Greco, a Piaff y me dejo balancear en el frescor del agua como si estuviera en la Riviera Francesa con un Spyder rojo http://es.wikipedia.org/wiki/Alfa_Romeo_Spider y la noche llena de posibilidades.


Otros viajan a la India, a Kenia, a la Ribera Maya y van a mi consulta a informarse de las vacunas que tienen que ponerse. Y resulta que yo podría ir a Fisterra http://www.fisterra.com/material/profes/viajes.asp y abrir la página de la OMS http://apps.who.int/tools/geoserver/www/ith/index.html , mirar el mapa y recetarles o proporcionarles la vacuna de la fiebre amarilla o de la hepatitis A o los antipalúdicos adecuados. Pero no, alguien ha decidido que yo tengo que hacer una interconsulta al servicio de Medicina Preventiva del hospital (ya con lista de espera) y allí les dirán lo que tomar, les autorizarán las vacunas y les mandarán de vuelta al centro de salud para que los esclavos se las recetemos, se las pinchemos o les interpretemos la analítica que han decidido mandarles. Todo un curso pedagógico de subsidiariedad que extraña vivamente a los pacientes inteligentes y pone en peligro algunos de sus viajes decididos a última hora. Por suerte en atención primaria, al menos en mi consulta no hay listas de espera.


Esto ocurre desde este año. Antes tenían que ir a la Delegación de Sanidad pero el proceso era más rápido. Por supuesto no sé quien lo ha decidido, ni las razones que tienen. Los médicos de familia (no hay que olvidarlo)que ocupan cargos de libre designación en la GAP nunca se han preocupado de razonar por escrito nada, de pedir una opinión, de manifestar una estrategia a largo plazo. Esto, simplemente, es un detalle significativo más del estatus que tenemos, como el no poder pedir algunas pruebas o precisar autorización para prescribir un pañal, algunos fármacos, un suplemento alimentario, unas medias de compresión media o recomendar una silla de ruedas. Se supone que somos tontos y chorizos. Cosa que por supuesto nunca ocurre con el especialista hospitalario que, por cierto, suele firmar el papel correspondiente sin ver al enfermo, eso sí consumiendo una cita y engordando su lista de espera. Todo el mundo parece estar conforme con esto y por supuesto nadie dimite por defender un cambio. Ya se sabe: los tiempos son duros y hay que buscar un lugar bajo el sol. Lo que cada vez es más difícil si se pretende ser independiente.


Sin embargo la vida se abre paso. Esta semana está siendo tranquila, con un número razonable de pacientes. Estefan, mi nuevo R1, viene de Bolivia con una curiosidad infinita y una inteligencia en pugna. Estos días hemos tenido tiempo de comentar algunas cosas y vamos de Epicuro http://es.wikipedia.org/wiki/Epicuro o Epicteto http://es.wikipedia.org/wiki/Epicteto a los criterios de depresión frente al trastorno adaptativo; del concepto de resiliencia http://es.wikipedia.org/wiki/Resiliencia_(psicología) que le relaciono con Víktor Frankl http://es.wikipedia.org/wiki/Viktor_Frankl , a la manipulación del concepto de inteligencia emocional en el mundo de los negocios; del manejo de las crisis hipertensivas al de la crisis de asma o a los problemas del olmesartan en los diabéticos. Con el netbook en el que ahora escribo hoy le contaba, ya a mediodía, el manejo de los antidepresivos tomando una magnífica cerveza en el bar de la esquina y, al rato, el me narraba sus experiencias de médico en un pueblo de la selva boliviana o sus estudios sobre la biología de los murciélagos. Serendépity, estado de flujo, conexión de ciudadanos de mundo que aún disfrutamos del placer de aprender. Lo que no nos podrán quitar nunca los burócratas tristes a los que esquiva el verano.


Coda. A día de ayer éste y otros blogs médicos están censurados en los ordenadores del sescam. He mandado múltiples correos electrónicos tratando de razonar que son formativos y en algunos casos elaborados por MIR como parte de su proceso de formación, pero no me han respondido y siguen etiquetados en la categoría de redes sociales. No importa mucho. Puede accederse al Marca u otros periódicos deportivos. Algo perfectamente adecuado al nivel intelectual que se nos supone.



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