domingo, 5 de febrero de 2012

Médicos



Tenemos una idea sobre nosotros mismos. Quizá demasiado general para ser totalmente cierta. Sabemos que tenemos colores y a veces sospechamos el color de los otros y nos ponemos etiquetas que probablemente  son engañosas pero nos fragmentan.  También nos la ponen los que nos miran, los que nos piden ayuda o los que nos gobiernan . Quizá porque tenemos muchas especialidades y vestimos de verde o de blanco o trabajamos en hospitales o en consultorios rurales o en residencias de ancianos.

 Sabemos que entre nosotros  hay arrogantes y también tímidos; que algunos se vendieron a más de una causa y que otros han dado mucho de su vida  por la única que siempre han tenido. Algunos lucharon un tiempo y luego les pudo el viento en la cara y se dejaron llevar. Otros se subieron a trenes que pasaban a su lado porque pensaron que era su unica oportunidad para llegar a algún sitio o para salir de otro que no les gustaba demasiado.  Algunos hiceron fortuna en la política, otros se apuntaron a una ONG. Algunos hacen los mejores trasplantes de Europa, otros viven aislados en un pueblo perdido y mantienen el tipo cualquier noche de lluvia sin demasiado sentimentalismo, ni capote para resguardarse. Hay gente que estudia mucho y quien nunca estudió demasiado aunque llegar aquí no es fácil, no nos engañemos, solo basta mirar a esos chicos que el otro día se presentaron al examen MIR. Y que cuatro o cinco años después quizá se anegen en un mar donde no podrán demostrar su talento.

Sabemos que entre nosotros hay aprovechados y chamanes de otros tiempos que juegan con el prestigio de una profesión muy antigua,  donde hemos sido de todo a lo largo de la historia. Fuimos los medicos de todos los reyes y  de algunos poetas; de dictadores y de subersivos; apuntalamos el poder pero también a los que lo combatían. Fuimos de todos los colores, como ahora mismo. Porque estamos en todos sitios y somos muchos.  Es lógico que así sea porque tenemos tantos colores como la gente tiene. Y por cada estupido hay alguien especialmente inteligente; por cualquier cobarde hay alguien con un valor muy acreditado; por cualquier inmoral hay alguien que siempre trató de ser justo; por cada sectario hay alguien tan  independiente que aplica el método científico también a lo que oye a su alrededor y sobre todo a los hechos. Entre todos hemos ayudado a construir un sistema sanitario que ahora parece correr peligro, que amenaza con fragmentarse en mil pedazos; donde se quiere utilizar un idioma para chantajear a un paciente o donde pudiera ser que un mismo cáncer se trate con terapias de distinto nivel en según qué sitio. Vivimos un tiempo donde una crisis económica puede ser utilizada para llevarse por delante derechos muy valiosos. Y quizá haya desalmados esperando para aprovecharse de este río revuelto.

Ha llegado el momento de ser benignamente corporativistas. De ponernos serios. De olvidar lo accesorio. De centrarse en lo importante y dejar de lado los colores, las antiguas rencillas, las envidias, los malentendidos, las luchas de poder. Hay que situarse en esa intersección civilizada donde  existen ciertas cuestiones que no pueden permitirse, que son sagradas.  Cualquier  gobierno legítimo tiene derecho a cambiar muchas cosas pero, si es democrático, solo de cierta manera. Tiene que haber información y razones. Transparencia, lógica y empatía. No desinformación interesada.  Si hay que ahorrar hay que hacerlo de lo accesorio, que también sabemos demasiado bien, que es un territorio muy amplio todavía y que quizá se aumentó en exceso estúpidamente. Pero hay cosas esenciales: nadie realmente enfermo debe quedar sin atender por no tener dinero o influencias o ser de otra comunidad. Somos ciudadanos de Europa, un territorio que tuvo un siglo XX especiamente turbulento en el que, por cierto, algunos torbellinos sangrientos comenzaron también con una crisis económica. Y este pais sabe de tiempos donde el derecho a ser atendido con eficacia no estaba garantizado.

Es el momento de hablar claro. De que nos hablen claro. De que nos hablen los mejores: en esta situación, como en nuestro oficio, cuando hay algo importante  no valen los aficionados y estamos hartos de floreros. A los que toman las decisiones hay que exigirles que al menos las justifiquen con un cierto nivel literario y con una  adecuada curva de aprendizaje. Que no jueguen a desinformar, ni con conquistas laborales que ha costado mucho conseguir, ni con sueldos que ha costado mucho consolidar y de los que no nos hemos quejado demasiado, como tampoco por lo que con ellos hemos contribuido al erario público.  En eso no hemos sido peores que otros colectivos. Comprendemos que un sistema sanitario puede organizarse de muchas maneras pero tiene que cumplir adecuadamente unos mínimos y ofrecer prestaciones de calidad para toda la población. También los que trabajan en él tienen que tener unos derechos que no pueden ser arbitrariamente alterados y que tienen que ser trasparentes y, en mi opinión,  fundamentalmente basados en el mérito.

No deberíamos dejar que nos trataran como simples marionetas, que nos redujeran a técnicos descerebrados que solo saben meter tubos o mirar gargantas o coser heridas.  Pertenecemos a un grupo historico en el han habitado cabezas como las de Santiago Ramón y Cajal  o Severo Ochoa;  como las de Gregorio Marañón o  Carlos Jiménez Diaz;  como las de Pedro Laín Entralgo o  Carlos Castilla del Pino. Como las todos los médicos que han contribuido con su esfuerzo a que este sistema sanitario sea el que es, aunque tenga defectos, aunque sea mejorable, aunque ahora haya que recortarlo un poco: pero siempre de lo accesorio.

Tenemos  la obligación de participar en el debate público en estos momentos: es el tiempo de hablar con argumentos racionales basados en hechos; de no pasar por ciertos aros; de ser inteligentes y honestos; de pensar en los médicos más jóvenes y también en los más viejos; de poder permitirnos mirar a la cara, en el futuro,  a los que de nuestros hijos  sean también médicos.   Es la hora de no dejar a la ciudadanía abandonada a su suerte, sobre todo a los más débiles. Es la hora de trasmitir que hay ciertos límites que no vamos a dejar que se traspasen fácilmente. Aunque tengamos  distintos colores o  distintas edades;  distintas religiones o no tengamos ninguna;  distinto estatus o distintas habilidades, es el momento de trasmitir a nuestros conciudadanos que por encima de todo somos médicos de un pais desarrollado  y   que sabemos ser independientes y fuertes defendiendo derechos esenciales que nos conciernen a todos. Es el momento de pensar, de hablar con fundamento e intentar  persuadir.También de ser prudentes y de no dejarnos engañar.  Es el momento de apoyarnos para no sentirnos solos. De ser benignamente corporativistas. 





15 comentarios:

  1. excelente texto. me hace sentirme orgulloso de nuestra profesión. saber que quedan médicos que tratan de equilibrar ciencia y humanismo, sentimiento y razón, me reconforta.

    gracias.

    ResponderEliminar
  2. Gracias Salvador. Como tu también tienes un blog ya sabes que, entre otras cosas, uno escribe para que el azar actúe y te lea gente que de otra manera nunca hubiera entrado en contacto contigo y nos haga sentir que no estamos tan solos como a veces creemos.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Coincido plenamente contigo, pero haría una salvedad: es tiempo de que los que hoy toman decisiones las expliquen, pero también no hay que olvidar las decisiones que tomaron otros en tiempos pasados. De aquellos polvos vienen estos lodos.

    ResponderEliminar
  4. No estáis solos y ójala haya muchos que piensen como tú. Tendréis a la mayor parte de los ciudadanos de vuestro lado. Gracias por tus pensamientos transformados en palabras.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. FElizmente expresada una convicción a la que muchos vamos llegando cada vez con mayor convicción. Desde otra perspectiva, http://www.cesm.org/nueva/index.asp?pag=detallenoticia.asp&formid=510861&categoria=2

      Eliminar
  5. . al leerlo me he dicho, es verdad, soy médico, lo había olvidado. lo habia olvidado cuando miro hacia atrás y veo todo lo que nos ha ocurrido en los años de profesion, treinta llevamos casi todos. nos han encajonado, maltratado, funcionarizado, humillado, nos han faltado al respeto por arriba y por abajo, nos han sintetizado, integrado, adoctrinado, aborregado, nos han comprado, y otros cuantos participios en los que el que más o el que menos ha colaborado o se ha dejado llevar. Ahora resulta que nuestro trabajo no vale nada, que cuando no trabajamos no nos sustituyen y parece que no pasa nada, que somos los parias de la Sanidad donde nos chuelean el resto de profesionales y tenemos que mordernos la lengua día tras día. Por eso me alegro de que alguien escriba en algún sitio algo que no sea politicamente correcto y llame a la rebelion y al orgullo , benignamente corporativo. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  6. Excelente post. Pocas veces me he sentido identificado con un texto. Gracias por regalarnos esta entrada que debería convertirse en una carta identitaria y reivindicación profesional.

    ResponderEliminar
  7. Muy bueno. Gracias por la parte que me toca.
    Un saludo cordial.

    ResponderEliminar
  8. He leido y reelido la entrada en varias ocasiones y cada vez me siento mas identificado con el mensaje.Gracias

    ResponderEliminar
  9. Muy bien redactado y con pasajes antológicos. Desgraciadamente no llega a desprenderse del «pensamiento único» dominante y admite la posibilidad de que el SNS «haya que recortarlo un poco: pero siempre de lo accesorio». No, querido amigo. No puede haber excusa alguna para reducir el gasto sanitario de un Estado como el nuestro que aún dedica a su sanidad cerca de dos puntos menos que sus homólogos europeos. No puede haber nada «accesorio» cuando estamos todavía a medio camino de la dignidad. Ese es el lenguaje que, resignadamente, toda la sociedad está asumiendo: bueno, si hay que hacer recortes, al menos que sean de cosas «poco importantes». Pero, ¿quién da por sentado que hay que recortar nada? ¿quién ha demostrado que tengamos un gasto sanitario excesivo? Nadie. Y sin embargo, los que pretenden acabar con la sanidad pública para convertirla en una oportunidad de negocio nos martillean con el mensaje, falaz y perverso, de la «sostenibilidad». ¿Cómo va a ser insostenible un sistema como el nuestro, que a su reconocida calidad suma un coste proporcionalmente ridículo? Pero es ideología pura lo que se nos inyecta. Que nuestras letras, por lo demás bellas y unitarias, no caigan en la trampa.

    ResponderEliminar
  10. Excelente análisis de la sociología de los médicos en España. La situación actual ofrece una oportunidad para poner algunas cosas en su sitio; como bien dices entre los médicos hay quienes entregan mucho , y otros que se han echado a dormir ,se han blindado sus posiciones , o solo velan por sus intereses; la oportunidad en la crisis es mejorar la eficiencia ,la productividad , y todas esas palabras bien intencionadas , que en boca de políticos quedan vacias de contenido; pero es preciso también aquí distinguir el grano de la paja, y retribuir en función de criterios un poco mas objetivos ¿Será posible? Con el modelo retributivo que tenemos los médicos en la Sanidad Pública será muy difícil.

    ResponderEliminar
  11. Ramón, como sabes no soy neutral, por lo tanto no alavaré al texto, ni al autor. Pero si te digo dos cosas. Primera, ¿te has fijado que el único ámbito científico español en el que hay premios Novel es en la medicina? Segunda: Por favor, no te quedes aquí, haz que lo lean y se enteren la Miminitra de Sanidad, y los Consejeros de Salud, y los presidentes de las Sociedades científicas, y los Colegios de Médicos. Yo haré lo que pueda por conseguirlo, y a vsoostros, cómplices de este blog, copartícipes de estas reflexiones, os pido ayuda... Gracias.

    ResponderEliminar
  12. Ramón, como sabes no soy neutral, por lo tanto no alavaré al texto, ni al autor. Pero si te digo dos cosas. Primera, ¿te has fijado que el único ámbito científico español en el que hay premios Novel es en la medicina? Segunda: Por favor, no te quedes aquí, haz que lo lean y se enteren la Miminitra de Sanidad, y los Consejeros de Salud, y los presidentes de las Sociedades científicas, y los Colegios de Médicos. Yo haré lo que pueda por conseguirlo, y a vsoostros, cómplices de este blog, copartícipes de estas reflexiones, os pido ayuda... Gracias.

    ResponderEliminar
  13. Ramón, como sabes no soy neutral, por lo tanto no alavaré al texto, ni al autor. Pero si te digo dos cosas. Primera, ¿te has fijado que el único ámbito científico español en el que hay premios Novel es en la medicina? Segunda: Por favor, no te quedes aquí, haz que lo lean y se enteren la Miminitra de Sanidad, y los Consejeros de Salud, y los presidentes de las Sociedades científicas, y los Colegios de Médicos. Yo haré lo que pueda por conseguirlo, y a vsoostros, cómplices de este blog, copartícipes de estas reflexiones, os pido ayuda... Gracias.

    ResponderEliminar
  14. Ramón, como sabes no soy neutral, por lo tanto no alabaré al texto, ni al autor. Pero si te digo dos cosas. Primera, ¿te has fijado que el único ámbito científico español en el que hay premios Novel es en la medicina? Segunda: Por favor, no te quedes aquí, haz que lo lean y se enteren la ministra de sanidad, y los consejeros de salud, y los presidentes de las Sociedades científicas, y los colegios de médicos. Yo haré lo que pueda por conseguirlo, y a vosotros, cómplices de este blog, copartícipes de estas reflexiones, os pido ayuda... Gracias.

    ResponderEliminar