lunes, 15 de febrero de 2010

Rasputín

Rasputín era sin duda un personaje atrabiliario pero no por ello deja de ser sumamente interesante. Hay que imaginarse la corte de los zares, el rígido protocolo que regulaba las relaciones de gente con todo tipo de títulos nobiliarios, la magnitud de un ejército con oficiales de uniformes rutilantes pero con los pies de barro porque no habían sabido integrar ningún tipo de meritocracia, el poder omnímodo de una aristocracia que era dueña de la tierra y de sus campesinos, para valorar su gesta.

Ascendió de la pobreza al control casi total del poder solo con el uso de ciertas características personales. Se creía un elegido de dios para devolver a Rusia la pureza del pueblo y quizá eso incendiaba su mirada que resultaba hipnótica y sugestiva para mucha gente entre los que se contaban los zares que, tras su apariencia imponente, estaban sumidos en la superstición y el miedo. La zarina en especial tenía tendencia al misticismo y se rodeaba de videntes y curanderos a cual más estrafalario, lo que no la impedía rezar con fervor a la manera tradicional en su capilla repleta de iconos. Un Rasputín que ya se había hecho famoso por su poderes como sanador y que percibió en seguida su caracter inestable, su propensión a buscar respuestas en el más allá, su tendencia a sentirse culpable de haber dado a Rusia un heredero con una salud frágil (padecía hemofilia): era exactamente el tipo de mujer que aceptaría su consejo.

Rasputín ha pasado a la historia como un loco. Pero como un loco que en un momento determinado supo controlar el poder de Rusia. También como un libertino, como un personaje con un deseo sexual muy intenso que no se preocupó demasiado en disimular y que implicó a mujeres de muy distintos estamentos sociales que en muchos casos le percibían como sumamente atractivo.

Un congreso que iba sobre el tema (psiquiatría, biografía, sexualidad) y el azar de encontrarnos con el personaje nos llevó a investigar un poco sobre él. A tratar de descifrar hasta cierto punto su perfil psiquiátrico y también a intentar un análisis del deseo sexual desde distintas perspectivas históricas y conceptuales. ¿Que era Rasputín? ¿estaba loco?, ¿era un pecador, un perverso, una víctima de una sociedad represiva, un adicto al sexo?. Qué pensaría de él Krafft Ebing, Freud, Wilhein Reich, Havellock Ellis, Kinsey, Masters y Jhonson.
En http://www.drugfarma.com/spa/sexologia/02numerosanteriores/numero4_2007/07reflexiones_sexologia/01.asp
tenéis el resultado en un artículo entretenido que trata de analizar todo esto desde una pequeña introducción biográfica. Espero que os interese.

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