sábado, 26 de mayo de 2012

Paisajes después de aquella guardia



La guardia fue muy larga y la mañana se abría luminosa y nueva, como la mirada de un niño. Intentó concentrarse en lo que veía a su alrededor para intentar detener los pensamientos que seguían girando en su interior más allá de la noche. Una guardia era también un estado de conciencia, una fragmentación del tiempo, un sobresalto de  sensaciones que se amontonaban y desaparecían como copos de nieve. Recordó lo que habia cambiado su percepción del mundo en los ultimos meses y se comtemplo haciendo aspavientos contra enemigos invisibles que no conocía del todo pero que quizá siempre habían estado ahí.   Pensó que había que luchar por defender un lugar en un mundo habitable pero se sintió tan solo como esos viejos que ya no irían a ninguna residencia  de ancianos porque decían que eran responsables de la quiebra de los bancos. Así que caminó por la ciudad buscando el rastro de la vida entre el rumor de la gente que parecía ir a alguna parte o tomaba café en los veladores que estrenaban el verano. Decidió no rendirse del todo.  Recordó a esa chica que murió tan joven. Se compró un sombrero y una brújula en un mercadillo. También fue a buscar un libro que había encargado.   Necesitaba leer de nuevo este prólogo que copió lentamente tratando de coger impulso.

"Tres pasiones simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por el sufrimiento de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de aca para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo oceano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación.

He buscado el amor, primero, porque conduce al éxtasis, un éxtasis tan grande, que a menudo hubiera sacrificado el resto de mi existencia por unas horas de este gozo. Lo he buscado, en segundo lugar, porque alivia la soledad, esa terrible soledad en que una conciencia trémula se asoma al borde del mundo para otear el frío e insondable abismo sin vida. Lo he buscado, finalmente, porque en la unión del amor he visto en una miniatura mística, la visión anticipada del cielo que han imaginado santos y poetas. Esto era lo que buscaba, y, aunque pudiera parecer demasiado bueno para esta vida humana, esto es lo que, al fin,  he hallado.

Con igual pasión he buscado el conocimiento. He deseado entender el corazón de los hombres. He deseado saber por qué brillan las estrellas. Y he tratado de aprehender el poder pitagórico en virtud del cual el número domina al flujo. Algo de esto he logrado, aunque no mucho.

El amor y el conocimiento, en la medida en que ambos eran posibles, me transportaban hacia el cielo. Pero siempre la piedad me hacía volver a tierra. Resuena en mi corazón el eco de los gritos de dolor. Niños hambrientos, víctimas torturadas por opresores,  ancianos desvalidos, carga odiosa para sus hijos, y todo un mundo de soledad, pobreza y dolor convierten en una burla lo que debería ser la existencia humana. Deseo ardientemente aliviar el mal, pero no puedo y yo también sufro."

Esta ha sido mi vida. La he hallado digna de vivirse, y con gusto volvería a vivirla si se me diese la oportunidad." 

Autobiografía
Bertrand Russell


1 comentario:

  1. A mí también me gustaría vivir la vida de Bertrand Russell... :D

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